Introducción temática
La historia es una rama que se encarga de
estudiar el pasado del ser humano y no solo de eso sino que también de otros
objetos o cosas del pasado constituidos por hechos humanos estos sean por
ruinas, alfarerías, monedas o sellos como registros dejados por pueblos o
civilizaciones con la finalidad de encontrar relaciones que permitan explicar y
hacer comprensible el desarrollo de la humanidad con características
particulares.
El historiador se auxilia con los
conocimientos obtenidos con ciencias afines tales como la arqueóloga, la
paleográfica, la numismática, la epigráfica, la diplomática, la cronológica,
etc.
Hubo muchos historiadores los cuales cada cual
daba su opinión unos mas ciertas que otros pero Herodoto fue uno de los
primeros historiadores que existió este de origen griego este fue reconocido
por su historia.
Pero en la edad media esta se vio afectada o
influida por la concepción cristiana y como consecuencia de esto los hechos o
relatos religiosos.
El conjunto mismo de los hechos producido por
el hombre al desenvolverse social mente en el tiempo. Para su estudio, se
divide en prehistoria, los hechos comprendidos entre la aparición del hambre y
la investigación de las estructura, y la historia propia mente dicha.
Desde los primeros registros escritos hasta
nuestros días, está a su vez subdivide en edades, antigua, media, moderna y
contemporánea la historia es la llave a descubrir todo nuestro pasado.
DESARROLLO
HISTORIA
La Verdad, el Tiempo y la
Historia, de Francisco
de Goya (hacia 1800). Alegoría de debatida interpretación, es también conocida con otros
nombres. El alado y anciano tiempo traería de la mano a la verdad para que la historia la dejara registrada mediante la escritura.
La historia es la ciencia que tiene como objeto de estudio el pasado de la humanidad y como método el propio de las ciencias
sociales.1 Se denomina también historia al periodo histórico que
transcurre desde la aparición de la escritura hasta la actualidad.
Más allá de las acepciones
propias de la ciencia histórica, historia
en el lenguaje usual es la narración de cualquier suceso, incluso de sucesos imaginarios y de mentiras; sea su propósito el engaño, el placer estético o cualquier otro (ficción histórica). Por el contrario, el propósito de la ciencia histórica es la fijación
fiel de los hechos e interpretarlos ateniéndose a criterios de objetividad; aunque la posibilidad de cumplimiento de tales propósitos y el grado
en que sea posible son en sí mismos objetos de debate.
En medicina se utiliza el
concepto de historia clínica para el registro de datos sanitarios significativos de un paciente, que
se remontan hasta su nacimiento o incluso a su herencia genética.
A su vez, llamamos historia al pasado mismo, e, incluso,
puede hablarse de una historia
natural en que la humanidad no estaba
presente (término clásico ya en desuso, que se utilizaba para referirse no sólo
a la geología y la paleontología sino también a muchas otras ciencias naturales; las fronteras entre el campo al que se refiere este término y el de la
prehistoria y la arqueología son
imprecisas, a través de la paleoantropología).
Ese uso del término historia lo hace equivalente a cambio en el tiempo. En ese
sentido se contrapone al concepto de filosofía, equivalente a esencia o
permanencia (lo que permite hablar de una filosofía natural en textos clásicos y en la actualidad, sobre todo en medios académicos
anglosajones, como equivalente a la física). Para cualquier campo del conocimiento, se puede tener una perspectiva
histórica -el cambio- o bien filosófica -su esencia-. De hecho, puede hacerse
eso para la historia misma (véase tiempo histórico) y para el tiempo mismo (véase Historia del tiempo de Stephen Hawking, libro de divulgación sobre cosmología).
Historia como ciencia
Dentro de la popular división
entre ciencias y letras o humanidades, se tiende a clasificar a la
historia entre las disciplinas humanísticas junto con otras ciencias
sociales (también denominadas ciencias
humanas); o incluso se le llega a
considerar como un puente entre ambos campos, al incorporar la metodología de
éstas a aquéllas.
La ambigüedad de esa división del conocimiento humano, y el cuestionamiento de su conveniencia, ha llevado al llamado debate de las dos culturas.
No todos los historiadores
aceptan la identificación de la historia con una ciencia social, al
considerarla una reducción en sus métodos y objetivos, comparables con los del arte si se basan en la imaginación (postura adoptada en mayor o menor medida por Hugh
Trevor-Roper, John
Lukacs, Donald
Creighton, GertrudeHimmelfarb o Gerhard Ritter). Los partidarios de su condición científica son la mayor parte de los
historiadores de la segunda mitad del siglo
XX y del siglo
XXI (incluyendo, de entre los
muchos que han explicitado sus preocupaciones metodológicas, a FernandBraudel, E. H. Carr, Fritz
Fischer, Emmanuel Le Roy Ladurie, Hans-UlrichWehler, Bruce Trigger, Marc Bloch, Karl DietrichBracher, Peter Gay, Robert
Fogel, LucienFebvre, Lawrence Stone, E. P. Thompson, Eric Hobsbawm, Carlo Cipolla, Jaume Vicens Vives, Manuel Tuñón de Lara o Julio Caro Baroja). Buena parte de ellos, desde una perspectiva multidisciplinar (Braudel combinaba historia con geografía, Bracher con ciencia política, Fogel con economía, Gay con psicología, Trigger con arqueología), mientras los demás citados lo hacían a su vez con las anteriores y
con otras, como la sociología y la antropología. Esto no quiere decir que entre ellos hayan alcanzado una posición
común sobre las consecuencias metodológicas de la aspiración de la historia al
rigor científico, ni mucho menos que propongan un determinismo que (al menos desde la revolución einsteniana de comienzos del siglo XX) no proponen ni las llamadas ciencias duras. Por su parte, los
historiadores menos proclives a considerar científica su actividad tampoco
defienden un relativismo estricto
que imposibilitaría de forma total el conocimiento de la historia y su
transmisión; y de hecho de un modo general aceptan y se someten a los
mecanismos institucionales, académicos y de práctica científica existentes en
historia y comparables a los de otras ciencias (ética de la investigación, publicación científica, revisión por pares, debate y consenso científico, etc.).
La utilización que hace la
historia de otras disciplinas como instrumentos para obtener, procesar e
interpretar datos del pasado permite hablar de ciencias auxiliares de la historia de metodología muy diferente, cuya subordinación o autonomía depende de
los fines a los que estas mismas se apliquen.
Historia como disciplina académica
El registro de anales y crónicas fue en
muchas civilizaciones un oficio ligado a un cargo institucional público, controlado
por el estado. Sima Qian (denominado
padre de la Historia en la cultura
china) inauguró en esa civilización
los registros históricos oficiales burocratizados (siglo
II a. C.). La crítica del musulmán IbnJaldún (Muqaddima -Prolegómenos a la Historia
Universal-, 1377) a la manera tradicional de hacer historia no tuvo
consecuencias inmediatas, siendo considerado un precedente de la renovación de
la metodología de la historia y de la filosofía de la historia que no se inició hasta el siglo
XIX, fruto de la evolución de la
historiografía en Europa Occidental. Entre tanto, los cronistas oficiales
castellanos y de Indias dieron paso en la España ilustrada del siglo XVIII a la fundación de la Real Academia de la Historia; instituciones similares existen en otros países.
La docencia de la historia en la enseñanza obligatoria fue una de las bases de la construcción nacional desde el siglo XIX,
proceso simultáneo a la proliferación de las cátedras de historia en las universidades (inicialmente en las facultades de letras o Filosofía y Letras, y con el tiempo, en facultades propias o de Geografía e Historia -disciplinas cuya proximidad científica y
metodológica es una característica de la tradición académica francesa y
española-) y la
creación de todo tipo de instituciones públicas y privadas (clubes históricos o sociedades
históricas, muy habitualmente medievalistas,
respondiendo al historicismo propio del gusto romántico, empeñado en la búsqueda de elementos de identificación nacional); así
como publicaciones dedicadas a la historia.
En la enseñanza
media de la mayor parte de los
países, los programas de historia se diseñaron como parte esencial del currículo. En
especial la agregación de historia presente en los lycées
franceses desde 1830 adquirió con el tiempo un prestigio social incomparable
con los cargos similares en otros sistemas educativos y que caracterizó el elitismo de la escuela laica
republicana hasta finales del siglo
XX.
A ese proceso de
institucionalización, siguió la especialización y subdivisión de la disciplina con diferentes sesgos temporales (de
cuestionable aplicación fuera de la civilización occidental: historia antigua, medieval, moderna, contemporánea -estas dos últimas, habituales en la historiografía francesa o
española, no suelen subdividirse en la historiografía anglosajona: en:modern era-),
espaciales (historia nacional, regional, local, continental -de África, de Asia, de América, de Europa, de Oceanía-),
temáticos (historia política, militar, de las instituciones, económica y social, de los movimientos sociales y de los movimientos políticos, de las civilizaciones, de las mujeres, de la vida cotidiana, de las mentalidades, de las ideas, cultural), historias
sectoriales ligadas a otras disciplinas (historia
del arte, de la música, de las religiones, del derecho, de la ciencia, de la medicina, de la economía, de la ciencia política, de las doctrinas políticas, de la tecnología), o centrada en cualquier tipo de cuestión particular (historia de la electricidad, de la democracia, de la Iglesia, de los sindicatos, de los sistemas operativos, de las formas -literarias de la Biblia-, etc). Ante la atomización del campo de estudio, también se han
realizado distintas propuestas que consideran la necesidad de superar esas
subdivisiones con la búsqueda de una perspectiva holística (historia de las civilizaciones e historia total) o su enfoque inverso (microhistoria).
El Premio Nacional de Historia
(de Chile -bianual, a una personalidad- y de España -a una obra publicada cada año-) y el Premio
Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (a una personalidad del ámbito de la historia, la geografía u otras
ciencias sociales) son los más altos reconocimientos de la investigación
histórica en el ámbito hispanohablante, mientras que en el ámbito anglosajón
existe una de las versiones del Premio
Pulitzer (en:PulitzerPrizeforHistory). El Premio Nobel de Literatura, que puede recaer en historiadores, sólo lo hizo en dos ocasiones (Theodor
Mommsen, en 1902, y Winston
Churchill, en 1953). Desde una perspectiva
más propia de la consideración actual de la historia como una ciencia social,
el Premio Nobel de economía fue concedido a Robert
Fogel y Douglass
North en 1993.
Historia como escritura
El escriba sentado (SaqqaraIII
milenio a. C. -IV o V dinastía de Egipto-).
Representa a un funcionario en actitud de comenzar a escribir, o sea, a
registrar un hecho o una interpretación más o menos interesada de hechos
seleccionados -económicos, militares, legislativos, religiosos-; una función de
consecuencias trascendentales: sirve tanto para el ejercicio y la justificación
del poder en su presente como para la
preservación de la memoria histórica hacia la posteridad.
La identificación del concepto
de historia con la narración
escrita del pasado produce, por un lado, su confusión con el término historiografía (historia se llama a la
vez al objeto estudiado, a la ciencia que lo estudia y al documento resultado de ese estudio); y por otro justifica el empleo del término prehistoria para el período anterior a la aparición de la escritura, reservándose el nombre historia
para el periodo posterior.
Según ese uso restrictivo, la
mayor parte de la humanidad queda fuera
de la historia, no tanto porque no accede personalmente a la lectura y
la escritura (el analfabetismo fue la condición común de la inmensa mayoría de la población, incluso
para las clases dominantes, hasta la imprenta), sino
porque los reflejados en el discurso histórico han sido siempre muy pocos, y
grupos enteros quedan invisibilidades (las clases bajas, las mujeres, los discrepantes que no pueden acceder
al registro escrito), con lo que ha sido objeto de preocupación de algunos
historiadores la reconstrucción de la visión de los vencidos y la historia desde abajo.
Lo mismo ocurre con gran
número de pueblos y culturas (las consideradas como culturas primitivas, en una terminología ya desfasada de la antropología clásica) que no tienen historia.
El tópico los idealiza al considerar que son pueblos felices.11 Entran en ella cuando se
produce su contacto, habitualmente destructivo (aculturación), con civilizaciones (sociedades complejas, con escritura). Incluso en ese momento no son propiamente
objeto de la historia sino de
la protohistoria (historia realizada a partir de las fuentes
escritas producidas por los que
generalmente son sus pueblos colonizadores por oposición a los pueblos indígenas). No obstante, independientemente de que los historiadores y los antropólogosideológicamente tengan una tendencia etnocentrista (eurocentrista, sinocentrista o indigenista) o, de forma opuesta, multiculturalista o relativista cultural, existe la posibilidad de obtener o reconstruir un relato fiable de los
acontecimientos que afectan a un grupo humano utilizando otras metodologías: fuentes arqueológicas (cultura material) o historia oral. En buena parte, esta diferencia es artificial, y no necesariamente
novedosa: el mismo Heródoto no puede
sino usar ese tipo de fuentes documentales cuando redacta la que se considera la primera Historia, o al menos acuña el término, en la Grecia del siglo V a. C.para que el tiempo no abata el recuerdo de
las acciones de los hombres y que las grandes empresas acometidas, ya sea por
los griegos, ya por los bárbaros, no caigan en olvido; da también razón del
conflicto que puso a estos dos pueblos en la lid. Así comienza su obra titulada
(léase históriai,
literalmente "investigaciones", "exploraciones", latinizado
Historiae -"Historias", en plural-), seminal
para la ciencia histórica, y que suele denominarse en castellano Los nueve libros de historia. La lid citada son las guerras
médicas y los bárbaros, persas.
Etimología
La palabra historia deriva del griego (léase historia, traducible por "investigación" o
"información", conocimiento adquirido por investigación), del
verbo ("investigar"). De allí
pasó al latínhistoria, que en castellano antiguo evolucionó a historia
(como atestigua el título de la historia de España de Alfonso X el Sabio, 1260-1284) y se reintrodujo posteriormente en el castellano como un cultismo en su forma latina original.
La etimología remota procede
del pronto indoeuropeo*wid-tor- (de la raíz *weid-,
"saber, ver" -construcción hipotética-) presente también en la palabras latinas idea o visión, en las germánicas, wise o wisdom, la sánscrita
veda, y las eslavas
videti o vedati, y en otras lenguas de la familia indoeuropea.
La palabra antigua griega fue usada por Aristóteles en su (léase Peri tazoaj
historia, latinizado Historia
animalia, traducible por Historia
de los animales [el título griego es plural y el latino es singular]).
El término se derivaba de (léase , traducible por "hombre sabio",
"testigo" o "juez"). Se pueden encontrar usos de en los himnos homéricos, Heráclito, el
juramento de los efebosatenienses y en las inscripciones beocias (en un sentido legal, con un significado similar a "juez" o
"testigo"). El rasgo aspirado es problemático, y no se presenta en la
palabra connata griega ("aparecer"). La forma ("inquirir"), es una derivación jónica, que se expandió primero en la Grecia
clásica y más tarde en la civilización
helenística.
Historia, historiografía e historiología
La historiografía es el
conjunto de técnicas y métodos propuestos para describir los hechos históricos
acontecidos y registrados. La correcta praxis de la historiografía requiere el
empleo correcto del método histórico y el sometimiento a los requerimientos típicos del método científico. También se denomina historiografía a la producción literaria de los
historiadores, y a las escuelas, agrupaciones o tendencias de los historiadores mismos..
La historiología o «teoría
de la historia» es el conjunto de explicaciones, métodos y teorías sobre cómo,
por qué y en qué medida se dan cierto tipo de hechos históricos y tendencias
sociopolíticas en determinados lugares y no en otros. El término fue
introducido por José Ortega y Gasset y el DRAE lo define como el estudio de la
estructura, leyes y condiciones de la realidad histórica. .
La historia como conjunto de hechos realmente acontecidos en el
pasado de la humanidad; aunque muy frecuentemente se entiendan restrictivamente
como hechos históricos únicamente
a los acontecimientos trascendentes, los que tienen un alcance lo suficientemente amplio como
para ser útiles para la comprensión de hechos posteriores, o al menos los que
son interpretados así desde la perspectiva del historiador que los destaca o
considera dignos de recuerdo (memoria histórica). La selección de esos hechos es cuestión de debate, pues cada una de
las interpretaciones de la historia pone el protagonismo de la historia (sujeto histórico) en uno u otro lugar, lo que determina qué datos considerar hechos
relevantes. Los partidarios de una historia política, militar, cultural, o de las instituciones no coincidirán con los partidarios de una historia económica y social; oposición expresada en los términos marxistas de superestructura y estructura o el unamuniano de intrahistoria.
Es imposible ignorar la polisemia y la superposición de estos tres términos, pero simplificando al
máximo: la historia son los hechos del pasado; la historiografía es la ciencia
de la historia; y la historiología es la epistemología o teoría de la historia.
Filosofía de
la historia
La filosofía de la historia no
debe confundirse ni con la historiología, ni con la historiografía, de los que
se separa claramente. La filosofía de la historia es la rama de la filosofía que concierne al significado de la historia humana, si es que lo tiene.
En su origen especuló si era posible un fin teleológico de su desarrollo, o sea, se pregunta si hay un diseño, propósito,
principio director o finalidad en el proceso de la historia humana. En la
acutalidad se discute más sobre la función del conocimiento histórico dentro
del conocimiento y las implicaciones del mismo. También se ha discutido sobre
si el objeto de la historia debe ser una vedad histórica, el deber
ser, o si la historia es en algún
sentido es cíclica o lineal y el devenir histórico se aparta indefinidamente
del punto de partida. También se ha discutido si es posible hablar de la idea
de progreso positivo en ella.
Fines y justificación de la historia
Tampoco deben confundirse los
supuestos fines teleológicos del hombre en la historia con los fines de la historia es decir, la justificación de la propia historia como memoria de la humanidad. Si la historia es
una ciencia social y humana, no puede abstraerse del porqué se encarga de
estudiar los procesos sociales: explicar los hechos y eventos del pasado, sea
por el conocimiento mismo, sea por que nos ayudan a comprender el presente: Cicerón bautizó a
la historia como maestra de la vida, y como él Cervantes, que también la llamó madre de
la verdad. Benedetto
Croce remarcó la fuerte implicación
del pasado en el presente con su toda
historia es historia contemporáea. La historia, al estudiar los hechos y
procesos del pasado humano, es un útil para la comprensión del presente y
plantear posibilidades para el futuro. Salustio llegó a decir que entre las
distintas ocupaciones que se ejercitan con el ingenio, el recuerdo de los
hechos del pasado ocupa un lugar destacado por su gran utilidad. Un tópico muy difundido
(atribuido a Jorge Santayana) advierte que los pueblos que
no conocen su historia están condenados a repetirla, aunque otro tópico (atribuido
a Carlos
Marx) indique a su vez que cuando
se repite lo hace una vez como
tragedia y la segunda como farsa.
La radical importancia de ello
se basa en que la historia, como la medicina, es una de las ciencias en que el sujeto investigador coincide con el
objeto a estudiar. De ahí la gran responsabilidad del historiador: la
historia tiene una proyección al futuro por su potencia transformadora como herramienta de cambio
social; y a los profesionales que la
manejan, los historiadores, les es aplicable lo que Marx dijo de los filósofos
(hasta ahora se han encargado de
interpretar el mundo y de lo que se trata es de transformarlo). No obstante, desde otra
perspectiva se pretende una investigación
desinteresada para la objetividad en la ciencia histórica.
División del tiempo histórico
No hay un acuerdo universal
sobre la periodización de la historia, aunque sí un consenso académico sobre los periodos de la historia de la civilización occidental, basado en los términos acuñados inicialmente por Cristóbal Celarius (Edades Antigua, Media y Moderna), que ponía al mundo clásicogrecorromano y su Renacimiento como los hechos determinantes para la división; y que actualmente es de
aplicación general. La acusación de eurocentrismo que se hace a tal periodización no impide que sea la más utilizada, por
ser la que responde precisamente al desarrollo de los procesos históricos que
produjeron el mundo contemporáneo.
En cuanto a la división del
tiempo prehistórico en Edad de la Piedra y Edad de los Metales, fue propuesta
en 1836 por el arqueólogo danés Christian Jürgensen Thomsen.
El problema de cualquier
periodización es hacerla coherente en términos sincrónicos y diacrónicos, es decir:
que sea válida tanto para el
transcurso del tiempo en un único lugar, como para lo que ocurre al mismo tiempo en distintos ámbitos
espaciales. Cumplir ambos requisitos resulta difícil cuando los fenómenos que
originan el comienzo de un periodo en un lugar (especialmente el Próximo
Oriente, Asia
central o China) tardan en difundirse o surgir endógenamente en otros lugares, que a su
vez pueden estar más o menos próximos y conectados (como Europa
Occidental o el África subsahariana), o más o menos lejanos y desconectados (como América u Oceanía). Para
responder a todo ello, los modelos de periodización incluyen términos
intermedios y periodos de solapamiento (yuxtaposición de características distintas) o transición (aparición paulatina de las novedades o características mixtas entre el
periodo que empieza y el que termina). La didáctica de la historia se ayuda frecuentemente de diferentes tipos de
representación gráfica de la sucesión de hechos y procesos en el tiempo y en el
espacio.
Historia (Occidente)
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Prehistoria
Pinturas rupestres de Cueva de las Manos (Río Pinturas, Argentina, cerca de
9000 años de antigüedad). Representan esquemáticamente a un hombre y a grupos
de animales; también se observan otros símbolos, destacadamente las manos que
dan el nombre al lugar. Esta forma de arte prehistórico, aunque es un testimonio valiosísimo para la reconstrucción del pasado,
no es una fuente histórica, sino arqueológica.
Stonehenge, un
monumento megalítico tipo crómlech construido en Gran
Bretaña en el III
milenio a. C. por un pueblo en transición
del neolítico a la edad de los metales, contemporáneo de las Pirámides de Egipto. Su olvidada función religiosa y astronómica es objeto en la actualidad
de revivals espiritualistas.
Espada de bronce (Saint-Germain-en-Laye, Francia, hacia 800 a. C., periodo protohistórico en el que los héroes griegos, que usarían armas
semejantes, ya son cantados por Homero).
Prehistoria. Desde la aparición del hombre (diferenciación de las distintas especies del género Homo, subtribuhominina, súper
familia Homínida, orden de los primates), de fechas inciertas, hace más de dos millones de años; hasta la
aparición de la escritura, en torno
al IV milenio a. C.
Paleolítico (etimológicamente Antigua Edad de Piedra, por la piedra
tallada). Los hechos más decisivos son los ligados a la evolución humana, en lo físico, y a la evolución cultural primitiva (utilización de herramientas y del fuego y desarrollo de distintos tipos de colaboración y conducta social primitiva; destacadamente el lenguaje). Los grupos sociales no superarían el tamaño de hordas, con una densidad de población inferior a un habitante por kilómetro cuadrado. La economía se limitaba a una relación depredadora con el medio
ambiente (caza, pesca y recolección), lo que no
impedía un impacto notable (primera humanización
del paisaje natural y extinciones provocadas
por la presión de la actividad humana en los ecosistemas donde se introduce).
Paleolítico inferior. Primeros modos de talla
lítica de instrumentos (Olduvayense o modo 1 y Achelense o modo 2), asociados a restos fósiles de homínidos: Australopitecus, Homo habilis y Homo ergaster (África sudoriental), Homo erectus (extendido
por todo el Viejo Continente); Homo antecessor y Homo heidelbergensis (específicos de Europa -yacimiento de Atapuerca-).
Paleolítico medio. Ligado a cambios en la cultura
material (Musteriense o modo 3) y en las
especies de homínidos (Hombre de Neanderthal en Europa, Homo sapiens arcaico en África -Hombres
de Kibish-), desde hace 130.000 años
hasta hace 35.000 años aproximadamente.
Paleolítico superior. Ligado a la cultura material asociada al Homo sapiens moderno: el modo
4 (Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense, Magdaleniense -en Europa-, Clovis y Monte Verde -en
América, donde por primera vez aparecen homínidos-); desde hace 35.000 años
hasta hace 10.000 años aproximadamente. Ya no hay cambios significativos para
la paleoantropología en el registro fósil; las variaciones entre distintos grupos son mucho más sutiles: las
estudiadas tradicionalmente por la antropología física y que se conocían como razas humanas, y que la
moderna genética de poblaciones estudia con renovadas metodologías (genética molecular). Junto con la paleo-lingüística pretende reconstruir las migraciones primitivas.
Mesolítico/Epipaleolítico/Protoneolítico. Periodo de transición, ligado a los cambios que produjo el fin de la
última glaciación. Desde el X
milenio a. C. hasta el VIII milenio a. C., aproximadamente. En las zonas en las que significó una transición
hacia el neolítico se denomina mesolítico, mientras que en el resto, en
las que sólo significa una fase de continuación del paleolítico, se denomina epipaleolítico.
Neolítico (etimológicamente "nueva
Edad de Piedra", por la piedra pulimentada: modo 5). Del VIII milenio a. C. al IV milenio a. C. aproximadamente. Su inicio en cada zona está ligado al desarrollo de la
denominada Revolución Neolítica: sustitución de la economía
depredadora (caza, pesca y recolección) por la economía productora (agricultura y ganadería), lo que
intensificó extraordinariamente la densidad de población (de crecimiento
limitado -régimen demográfico antiguo-) y el impacto en el medio ambiente. Aparición de la cerámica, sustitución del nomadismo por el sedentarismo (asentamientos estables o aldeas). Tuvo lugar a partir del VIII milenio a. C. en el Creciente fértil del Oriente Próximo, y se difundió hacia el norte de África y Europa (en España a partir
del VI milenio a. C.) y Asia. La aparición de la agricultura y la ganadería se produjo de
forma endógena en otras zonas del mundo (con seguridad en América, de forma
menos clara en otras zonas).
Edad de los Metales. Desde el IV milenio a. C. (o más tarde, según la zona), que aunque es una época ya histórica en
el Próximo Oriente Antiguo, es aún prehistórica en la mayor parte del mundo. Innovaciones tecnológicas de difusión paulatina (metalurgia, rueda, arado, vela). Algunas aldeas se amurallan y aumentan
de tamaño hasta transformarse en ciudades. La economía y la sociedad se hace más compleja (excedentes, comercio a larga distancia, especialización del trabajo, estratificación social con una élite dirigente caracterizada por
la exhibición de riqueza en forma de armas y monumentos funerarios). El tránsito a la historia se dará cuando se complete la formación de
las sociedades complejas (civilizaciones) con estado y religión
institucionalizada, que producirán la escritura.
Historia
Arquero asirio a caballo. Representa una cacería real como la de la famosa leona herida. La íntima relación de determinados pueblos con el caballo caracterizó la dinámica milenaria entre pueblos nómadas-ganaderos y
sedentarios-agricultores (que mucho más tarde describiría el historiador árabe IbnJaldún).
Los miles de guerreros del ejército de terracota (Xian, siglo III a. C.) servían para garantizar el eterno mandato de QinShiHuang, autoproclamado primer emperador de China, temeroso de los innumerables enemigos cuya venganza esperaba en la
vida después de la muerte. Las civilizaciones
extremo-orientales se caracterizaron por su
continuidad, que no se vio interrumpida por la discontinuidad entre Edad
Antigua y Edad Media propia de la civilización occidental. Especialmente la civilización china, el ejemplo más estable de imperio hidráulico, vio la repetición
aparentemente perpetua de ciclos dinásticos de auge (interpretado tradicionalmente como premio por respetar el equilibrio
del mandato del cielo), descomposición interna (interpretada como consecuencia del
desequilibrio al no respetarlo) e invasiones exteriores (interpretadas como
castigo y oportunidad de reiniciar el ciclo), que continuó hasta el siglo XX.
El acueducto de Segovia, una construcción utilitaria romana de finales del siglo I, sigue determinando la personalidad de una ciudad contemporánea, junto
con otros hitos de su historia como las murallas o la catedral. Otras
muestras de la pervivencia de la romanización en la actualidad son la lengua, el derecho, la religión, etc.
Historia. Desarrollo de la escritura como consecuencia de la aparición de los primeros estados. IV milenio a. C. en Sumeria.
Protohistoria. Período de
solapamiento: las civilizaciones que desarrollan escritura dejan constancia
escrita no sólo de sí mismas, sino de otros pueblos que no lo han hecho.
Habitualmente los pueblos colonizadores son los que dejan testimonio histórico de su relación los pueblos indígenas (por ejemplo, de los pueblos prerromanos).
Nacimiento
de la civilización en el Antiguo Oriente Próximo (a veces denominado Antigüedad
temprana).
Primeros estados (templos, ciudades-estado, imperios hidráulicos) en Mesopotamia (Sumeria, Acad, Babilonia, Asiria), Antiguo Egipto, Levante Mediterráneo (Fenicia, Antiguo Israel) y el resto del Mediterráneo Oriental (civilizaciones anatólicas -hititas-, y egeas -minoica y micénica-); con muy
poca relación con esos núcleos en India (cultura del valle del Indo), China; y de forma endógena en la América precolombina y en algunas culturas del África Subsahariana.
Entre el siglo VIII a. C. y el siglo II d. C.. De validez restringida a las civilizaciones griega y romana, caracterizadas por la cultura
clásica (término de gran ambigüedad,
que en su aspecto espacial y temporal puede considerarse ampliado a todo el
Próximo Oriente por el helenismo posterior
al Imperio de Alejandro Magno y al Mediterráneo occidental por el helenizadoImperio
romano; o restringido al periodo
clásico del arte griego -siglo
V a. C. y siglo
IV a. C.-; o de forma aún más estricta
reducido al siglo de Pericles -la Atenas de mediados del siglo V-), y unos precoces conceptos de libertad, democracia y ciudadanía que se basaban paradójicamente en la sumisión de otos pueblos y la
utilización intensiva de la fuerza de trabajo esclava. Ambas civilizaciones contaban sus eras desde fechas del Siglo
VIII a. C. (la primera olimpiada o la fundación de Roma, respectivamente). Simultáneamente se desarrolló el Imperio
persa, que ocupa el espacio
intermedio y pone en contacto las civilizaciones mediterráneas con las civilizaciones asiáticas, especialmente la hindú, mientras que las civilizaciones de Extremo
Oriente, como la china, se
desarrollan de forma prácticamente independiente, y las americanas en total
desconexión.
De validez restringida a Occidente, es un periodo de transición, desde
la crisis del siglo III hasta Carlomagno o la
llegada del Islam a Europa (siglo VIII), en que el
Imperio romano entra en decadencia y sufre el
impacto de las invasiones germánicas, nuevas religiones monoteístas (cristianismo e Islam) se imponen como religiones dominantes y el modo de producción esclavista se sustituye por el modo de producción feudal. En Oriente sobrevive el Imperio
bizantino rehelenizado.
Cara
de la guerra en el Estandarte
de Ur, III
milenio a. C.. Aparecen tropas uniformadas
y en formación, carros de guerra y la figura destacada de un líder. Los
enemigos vencidos son pisoteados por los caballos o sometidos.
Dos guerreros griegos en
combate singular. Tras ellos hay carros
de guerra. Fragmento de una crátera ática de figuras negras, Selinunte, siglo VI a. C. (contemporánea a las reformas de Clístenes). El
equipamiento militar para el combate cuerpo a cuerpo (casco, lanza) es similar
al que usarán los hoplitas, pero ellos
luchan agrupados en falanges, y el
escudo estará diseñado para proteger tanto al compañero de filas como al que lo
lleva.
Sarcófago Ludovisi, hacia 250. Las legiones romanas luchan contra los godos, que en los siglos siguientes
(periodo de las invasiones bárbaras) contribuirán decisivamente tanto a la continuidad como a la Caída del Imperio romano, tras la que instaurarán algunos de los más importantes reinos germánicos de la Alta Edad Media.
ChacMool (Chichén Itzá, ciudad maya fundada en el siglo
VI). Las civilizaciones mesoamericanas desarrollaron una cultura peculiar ligada a la guerra ritualizada entre ciudades-estado rivales, que incluía el sacrificio de los prisioneros para garantizar el orden cosmológico, además de una antropofagia de debatida consideración
Edad Media: De validez restringida a
Occidente, desde la caída del Imperio romano de Occidente (siglo V) hasta la caída del Imperio romano de Oriente (siglo
XV). En un periodo tan prolongado se produjeron
dinámicas muy complejas, que poco tienen que ver con los tópicos de
aislamiento, inmovilismo y oscurantismo con que se la definía desde la
perspectiva de la modernidad, que la infravaloraba como un paréntesis de atraso y discontinuidad
entre una mitificada edad antigua y su renacimiento
en la moderna.
siglo V al siglo X. Una época oscura por
la escasez de fuentes escritas, debida al retroceso de la vida urbana y de la
descomposición del poder político que caracterizan al feudalismo. La Iglesia, sobre todo a través del monacato, se convierte en la única continuidad de la tradición intelectual. La nobleza y el clero, vinculados familiarmente, son los señores que ejercen el poder
político, social y económico sobre los campesinos sometidos a servidumbre. Castillos y monasterios se imponen
en un paisaje de bosques, baldíos y pequeñas aldeas casi incomunicadas.
Del siglo
XI al siglo
XV. A veces se restringe al siglo XIV y al siglo XV, como Crisis de la Edad Media o Crisis del siglo XIV; denominándose el periodo del siglo
XI al siglo
XIII como Plenitud de la Edad Media. Se produce una revolución urbana y un aumento de la actividad comercial y artesanal de una incipiente burguesía, al tiempo que se fortalece el poder de las monarquías feudales. Los poderes universales (Pontificado e Imperio) se enfrentan y entran en crisis. Las Cruzadas demuestran la capacidad de expansión europea hacia el oriente del
Mediterráneo, mientras en Al-Ándalus (España musulmana) se imponían los reinos cristianos del norte
peninsular. La universidad medievalreelaboró el saber antiguo a través de la escolástica (revolución del siglo XII). En los siglos finales se conforman los rasgos que caracterizarán todo
el periodo del Antiguo
Régimen: una economía en transición
del feudalismo al capitalismo, una sociedad estamental y una monarquía autoritaria en transición a la monarquía absoluta.
De mediados o finales del siglo
XV a mediados o finales del siglo
XVIII. (Para los anglohablantes, Early Modern Times, es decir,
"Primera Edad Moderna" o "Edad Moderna Temprana"). Se toma
como hitos que marcan su comienzo la Imprenta, la toma de Constantinopla por los turcos o el descubrimiento de América; como final, la Revolución francesa, la Independencia
de los Estados Unidos de América o la Revolución industrial. Es por primera vez, un periodo de validez casi mundial, puesto que
para la mayor parte del mundo (con la excepción sólo parcial de China o Japón
-que tras unos primeros contactos optan por cerrarse a la influencia exterior
en mayor o menor medida- o de espacios recónditos de América, África y Oceanía
-colonizados en el siglo XIX-), significó la imposición de la civilización occidental y la denominada economía-mundo. Se inició con la era de los descubrimientos y la expansión del imperio
español y el portugués, mientras
el mundo de las ideas experimentaba las innovaciones del Renacimiento, la Reforma Protestante y la Revolución científica; contrapesadas por la Contrarreforma y el Barroco. Mientras
en la Francia de Luis XIV triunfaba
el absolutismo, en otras partes de Europa noroccidental lo hacían las primeras revoluciones burguesas que desafiaban al Antiguo Régimen (revolución holandesa, revolución inglesa) y en el sur y este del continente se observaba un proceso de refeudalización. El eje de la civilización se desplazó de la cuenca del Mediterráneo al océano atlántico. La crisis del siglo XVII y los tratados de Westfaliareedificaron un nuevo equilibrio europeo que imposibilitaba las hegemonías española o francesa, y que se mantuvo
durante el siglo XVIII, caracterizado intelectualmente por la Ilustración. A lo largo de todo el periodo se van gestando los modernos conceptos
de nación y estado.
Desde mediados o finales del siglo
XVIII hasta el presente. (Para los
anglohablantes Later Modern Times,
es decir, "Segunda Edad Moderna" o "Edad Moderna Tardía").
Una inicial era de las revoluciones
(revolución industrial, revolución burguesa y revolución liberal) acabó con el Antiguo
Régimen y dio paso en la segunda
mitad del siglo XIX al triunfo
del capitalismo que se
extiende con el imperialismo a todo el mundo, al tiempo que se veía contestado por el movimiento
obrero. Las guerras napoleónicas dieron paso a un periodo de hegemonía británica durante la era
Victoriana. El comienzo de la transición demográfica (primero en Inglaterra, poco
después en el continente europeo y posteriormente en el resto del mundo)
produce una verdadera explosión demográfica que altera de forma radical el equilibrio social y el del hombre con la
naturaleza, sobre todo a partir de la segunda revolución industrial (paso de la era del carbón y
de la máquina de vapor a la era del petróleo y
el motor de explosión y la era de la electricidad). La primera mitad del siglo
XX se marcó por dos guerras
mundiales y un período de entreguerras en el que las democracias liberales enfrentadas a la crisis
de 1929 se ven desafiadas por los totalitarismossoviético y fascista. La segunda
mitad del siglo XX se caracterizó por el equilibrio del terror entre las dos superpotencias (Estados Unidos y la Unión Soviética), y la descolonización del Tercer Mundo, en medio de conflictos regionales de gran violencia (como el árabe-israelí) y una aceleración de la innovación tecnológica (tercera revolución industrial o revolución científico-técnica). Desde 1989, la caída del muro de Berlín y la desaparición del bloque
comunista condujeron al mundo actual
del siglo
XXI presidido por la globalización tanto de la economía como de la presencia política, militar e ideológica
(poder blando) de la
única superpotencia, así como de sus aliados (potencias clásicas -Unión
Europea, Japón-), socios o posibles rivales (potencias emergentes -China-) y opositores (potencias menores, como algunos países islámicos, y movimientos a veces expresados en terrorismo.
COCNCLUSIONES
Cuando hablamos de historia,
concluimos como de algo pasado o que ya aconteció.
Pero lo primordial que hay
que entender en cuestión a la Historia, es que la Historia se enfoca o tiene su
función en, la búsqueda, averiguación, o como por decir el estudio de los
acontecimientos del pasado relativos a la persona y a las sociedades humanas,
como el desarrollo o sucesión de cada acontecimiento.
Hay que tener en cuenta de
que todas las sociedades humanas han cambiado a lo largo de la historia, en sí
hay que recalcar que para todo hay una historia.
Cuando se habla de historia
por lo general se relatan sucesos del pasado, especialmente cuando se trata de
una narración ordenada cronológicamente y verificada con los métodos de la
crítica histórica.
Pero algo muy importante con
lo que hay que concluir, y que hay que recalcar en cuestión a esto, es que hay
que saber diferenciar estos términos, que son, la historia, como los hechos o
sucesos que ya pasaron, pero que siguen recordándose, mayormente a los que
marcaron época, y el término Histografía, como el estudio bibliográfico y
crítico de los escritos sobre la historia y sus fuentes, y al término
Historiología, como a la Epistemología, y que estudia a la critica o más bien
que se basa en el estudio crítico del desarrollo, métodos y resultados de las
ciencias.
Por eso hay que deducir y
concluir de todo esto, que para Historiar, se debe de narrar algo de manera
ordenada y minusiosa y con un enfoque de una investigación muy bien elaborada y
fundamentada cronológicamente de lo que se va a historiar.
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